viernes, 31 de enero de 2020

Reseña del Principito


El libro está dedicado “a León Wert, cuando era niño”, es decir, “al niño que está persona grande fue en otro tiempo. Por tanto, por extensión podemos decir que este libro va dirigido a los adultos cuando fueron niños. No en vano se nos dice que “Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan)” y, probablemente, haciendo un esfuerzo, aún puedan llegar ver el mundo con la mirada de un niño.

Este libro narra la historia de un piloto cuyo avión está averiado en mitad del desierto. Allí se encuentra a un pequeño príncipe que proviene de un lejano y pequeño asteroide, el B612.

En realidad, el principito es el personaje principal del libro. En aquel asteroide, tan solo puede dedicarse a ver las puestas de sol, cuidar una flor, deshollinar los volcanes activos y podar los baobabs a fin de que no crezcan demasiado y sus raíces lleguen a destruir por dentro su pequeño mundo. A pesar de sus atenciones, la flor siempre se queja de las corrientes de aire y el frío de la noche, es coqueta y orgullosa, lo cual obliga al principito a viajar por el universo en busca de un amigo.

En su viaje conocerá a personajes muy variados e interesantes, aunque no lograran despertar su cariño ni admiración: el hombre de negocios, se pasa el día haciendo cuentas, calculando sus posesiones y riquezas; el rey, está apegado a su poder, y, aunque es bondadoso y comprende que no debe ordenar aquello que no es posible cumplir o que no está en la naturaleza de las personas, necesita dar órdenes a otros sobre lo que deben hacer; el farolero es el único que trabaja con las manos en algo útil, aunque está demasiado agobiado en sus tareas; el vanidoso, que necesita ser admirado. De ahí que la lectura de tales ejemplos sean poco comprensibles para un niño de menos de 10-12 años, aunque ese mensaje sea más intuitivo para ellos en representaciones teatrales.

Finalmente, ya en la tierra, el principito conoce a un zorro que le pide ser domesticado, dado que así crearán entre ellos un lazo afectivo. De este modo, el libro habla del valor de los sentimientos y de la importancia de los pequeños detalles y rituales. El zorro le dirá que lo esencial es invisible a los ojos, de ahí que una flor sea tan importante para el principito, pues el tiempo y cuidados que le dedicó la convierten en única para él. Queda patente en este pasaje del libro la responsabilidad que se adquiere al crear un lazo y la persistencia que ello requiere. Este aspecto tampoco es bien asimilado por un lector juvenil.

Al encontrar al piloto, el pequeño príncipe le pide que le dibuje un elefante. El piloto le dibuja una especie de sombrero que siempre hacía reír a los adultos, y, el principito entiende que se trata de un elefante dentro de una boa. Luego le pide que dibuje un cordero y el piloto le dibuja una caja con agujeros. El principito queda contento, porque ese cordero no podrá comerse su flor. El piloto se siente feliz de encontrar a alguien que valora sus dibujos.

Más tarde, cuando ya el piloto ha encontrado solución para su avería, el principito se dispone a partir hacia su asteroide. Para ello, pide ayuda a una serpiente cuya picadura le provoca la muerte.

Este aspecto es positivo para los niños, que no perciben esta muerte como algo desesperanzador, sino como un tránsito sencillo, un paso inconsciente a otro nivel.

En suma, este libro previene al lector frente al mundo de los adultos, que a menudo no saben vivir ni comprender correctamente a los demás, y mucho menos el mundo de los niños. El punto de vista de la narración se sitúa en este mundo infantil para analizar los comportamientos de los adultos, aunque no es un libro “destinado para los niños o jóvenes”. Es un canto a la amistad y el amor, y, aunque el principito es un personaje con aspecto aniñado, el mensaje de este libro se dirige, más bien, al niño que se oculta en el interior de todo adulto.

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